miércoles, 25 de enero de 2012

Adictos a la preocupación


No es común hablar de ella porque lo común es que todos andemos preocupados. Si no se siente preocupación se siente culpa.

Tengo que confesarlo. He luchado con esta adicción. Es sutil y socialmente aceptada. Parece ser que entre más preocupado andes, más eficiente y responsable pareces.

Pero…¿no les parece que  es una verdadera esclavitud, un exceso que le hemos permitido a una emoción que nos roba la posibilidad de sentirnos seguros, agradecidos y satisfechos?

Lo paradójico es que el que más preocupado anda es el que menos produce. La preocupación fuera de su cause natural, lejos de inducirlo a actuar lo paraliza.

Lewis Thomas, un médico y poeta dijo esta verdad: “Nosotros somos, quizás, entre las criaturas de la tierra el único ser que se preocupa. Nos preocupamos  toda nuestra vida, temiendo el futuro, descontentos con el presente, incapaces de aceptar la idea de la muerte, incapaces de permanecer tranquilos”.

El control de esta emoción es clave para garantizarnos una vida de plenitud. Los equilibrios son necesarios. Debemos permitir que la preocupación sea un detonante pero no un congelante.

Si desea saber más de este tema y aprender algunos tips que le facilitarán el manejo de sus emociones, le invito a participar en la Charla: ¿ Cómo manejar mis emociones? El próximo 16 de febrero, de 5:30 PM a 8:00 PM. Más información: heidy.arce@gmail.com o a los teléfonos 83871697 o al 22293104.




jueves, 19 de enero de 2012

¿Cómo manejar mis emociones?


“!Cállate, cállate que me desesperas!” ¿recuerda esa frase? Las emociones de Quico, como las de muchos de nosotros responden a detonantes externos e internos que las hacen obvias y manifiestas.

Las emociones son parte de nuestro diseño original, así que prescindir de ellas no es opción, aunque a veces solo eso quisiéramos.  Convivir con ellas en una alianza estratégica es mucho más productivo y viable.

Las emociones fuera de control, o más bien, controlándolo todo, generan consecuencias muy negativas. Tienen impactos en su cuerpo, en mente, en su espíritu y en sus relaciones interpersonales.

De ahí que sea frecuente que vivamos en una lucha continua entre el deber ser, lo que racionalmente se sabe y lo que se siente, un duelo que con frecuencia ganan los sentimientos.

Pero …¿cómo logramos esa alianza estratégica? ¿ Cómo le decimos a la ira que no hable o a la tristeza que no te oscurezca?   Aunque no es una tarea fácil, si es posible lograr un acuerdo de paz.

Durante este mes estaré compartiendo algunos consejos que nos ayudarán a crecer en este ámbito.


Si desea saber más de este tema le invito a participar en la Charla: ¿ Cómo manejar mis emociones? El próximo 16 de febrero, de 5:30 PM a 8:00 PM. Más información: heidy.arce@gmail.com o a los teléfonos 83871697 o al 22293104.




domingo, 8 de enero de 2012

Algunas lecciones aprendidas en el 2011

1. Aprendí que desatender los impulsos de mi corazón, es un riesgo muy alto. Que puedes perder lo más hermoso de la vida si en tus decisiones silencias al corazón y te concentras solo en la razón. La espontaneidad vivifica.

2. Aprendí que el pasado es un enemigo audaz, y te persigue para volverse presente. Seleccionar que conservo de mi pasado y que dejo atrás, no es una tarea fácil, pero si indispensable.

3. Aprendí a establecer distancias y a fortalecer cercanías. Las distancias no son siempre negativas y las cercanías deben realizarse con mucha sabiduría.

4. Aprendí que la búsqueda de autenticidad, de la esencia, del ser yo, implica pagar un precio alto. Algunas personas alentarán su búsqueda, pero la mayoría no lo entenderá, a algunos no les gustará y otros incluso se alejarán.

5. Aprendí que muy frecuentemente cometemos el error de ver a las personas como deseamos verlas, según nuestros intereses utilitarios y egoístas. Nos asusta dejarlas ser y descubrirlas y amarlas en sus yerros y debilidades, tanto como en sus fortalezas y virtudes.

6. Aprendí que los nuevos comienzos son emocionantes y que los saltos de fe me vivifican.

7. Aprendí que no dejo de aprender que el perdón tiene un poder sanador infinito, y que adoptarlo como estilo de vida es una garantía para nuestra plenitud y un antídoto contra la amargura y la soledad.

8. Aprendí que el matrimonio es un invento genial, y que Dios es un patrocinador incondicional de sus invenciones.